Desde las décadas de 1980 y 1990 se manifiestan los deseos de mantener una identidad propia, llevando a reflexionar sobre nuevas temáticas de índole social asociadas a la reconstrucción de conceptos de todo lo que el humano ha hecho o experimentado en su sensibilidad. El arte no
sólo llega a personas con altos ingresos económicos, es accesible a todos los grupos sociales, reflejando la vida personal del artista, así como también hechos políticos del
momento, convirtiendose en muchos casos en denuncia de
las represiones dictatoriales.


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